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Capítulo 1: Juzgando Justamente

Hechos 3:20 y 21 dice,

20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba [ déjomaí, “aceptar, recibir, tomar”] hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.

Es una función del ministerio de Elías para " restaurará todas las cosas " (Mateo 17:11), y Hechos 3:21 arriba citado nos dice que este ministerio de restauración fue profetizado a lo largo del Antiguo Testamento (“desde tiempo antiguo”). Así, nosotros debemos esperar encontrarlo claramente citado no sólo en el Nuevo Testamento, sino a través del Antiguo también.

La necesidad para la restauración en las edades de venir implica que el mundo se ha corrompido y es necesitado de restauración. El versículo también nos dice que la segunda venida de Cristo producirá esta restauración, porque "es necesario que el cielo reciba" a Él hasta que este tiempo de restauración empiece.

Normalmente, se enseñan a los cristianos que Jesús está regresando pronto—¡y Él es sumamente enfadado! Nosotros estamos afligidos con "el Síndrome de un Dios muy enfadado" de Jonathan Edwards [predicador americano colonial, 1703-1758, que enfatizaba la ira de Dios], en lugar de la vista bíblica de un Dios de Amor como manifestado en Jesucristo.

Jesús sí de hecho viene a juzgar el mundo, porque todo juicio ha sido dado a Él (Juan 5:27). Pero el juicio no es sinónimo a la condenación. La palabra griega para el juicio también es la palabra para el discernimiento. Juzgar significa dividir la palabra de verdad justamente. Una vez el juez ha oído de los testigos y ha discernido quien está mintiendo y quien está diciendo la verdad, él puede dar un juicio apropiado en el caso para restaurar el orden legal. Él puede juzgar al pecador entonces haciéndole pagar la restitución, o él puede juzgar el justo por justificarlo o descargarlo.

Ambos tipos de juicio son hechos de un corazón de amor, porque el amor persigue la verdad, y donde hay ofensa (el pecado), el amor corrige al pecador a través del juicio de la ley. El corazón del pecador puede ser egocéntrico y endurecido, claro, y así de su punto de vista, la ley es mala, pero esta percepción es una ilusión. El propósito de la ley es corregir al pecador y restaurar el orden legal.

Y así, los juicios divinos que están por venir a la tierra son para restaurar todas las cosas, no para destruir todas las cosas. La ley destruye el pecado, no el pecador, y los juicios de la ley destruyen el pecado de la tierra, en lugar de destruir la propia tierra.

Si nosotros aspiramos ser vencedores que gobernarán y reinarán con Él como "sacerdotes" en la edad venidera (Apocalipsis 20:6), entonces nosotros debemos estar ahora en entrenamiento para el sacerdocio. Esto no necesariamente requiere ir al seminario, pero sí requiere el aprendizaje cómo juzgar (discernir la verdad). Pablo alude a esto en 1 Corintios 6:2 y 3, cuando él dice,

2 ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?... 3 ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?

Muchos tienen esta idea que solo Jesús juzgará al mundo. Nosotros somos enseñados una vista torcida de Mateo 7:1 que dice que "No juzguéis, para que no seáis juzgados". Mientras es verdad que nosotros seremos juzgados según nuestra propia norma de juzgar (como la propia ley enseña), Pablo reprende la Iglesia corintia por no tener a nadie que pueda juzgar sus disputas entre sí en una moda piadosa (1 Corintios 5:4, 5).

¿Estaba contradiciendo Pablo a Jesús? No, claro qué no. Un creyente maduro que conoce la ley y entiende a la mente de su Autor da los juicios justos (decisiones). Tal juez toma este trabajo en serio, a sabiendas que si él da juicios que son contrarios a la ley divina, él tendrá que dar cuenta incluso en esta vida presente. ¿Por qué? Porque Dios lo enseñará por la experiencia personal. Probablemente él tendrá que experimentar por sí mismo el mismo tipo de juicio malo que él decidió antes.

Yo digo esto, a propósito, porque yo mismo tenía que aprender esta lección por la manera dura. Pero ya habiendo pasado por ella, yo ahora doy gracias a Dios por siempre juzgarme según la norma de mi propia medida cuando yo juzgué otros injustamente. Me enseñó lo que se siente cuando uno es acusado falsamente o juzgado más severamente que la ley permite.

En las edades anteriores Dios ha estado entrenando a jueces para la edad venidera, que ellos podrían compartir del ministerio de Elías para " restaurar todas las cosas ", como Jesús dijo. El propio Pablo estaba en entrenamiento para juez, y nosotros conseguimos una ojeada de su concepto de juicio en 2 Corintios 5:14 y 15,

14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando [ kríno, habiendo juzgado ] esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

¿Qué tipo de juicio es eso? Él dice que Cristo murió por todos, o a favor de todos. Por consiguiente, todos están muertos (porque todos se identifican con Cristo en Su muerte). El resultado de esto es que ya ellos no vivirán más por ellos mismos (egoístamente) sino vivirán para Cristo que murió por ellos y fue levantado de nuevo.

Ésta es una declaración increíble que no muchos han asido totalmente—simplemente porque parece demasiado bueno para ser verdad. Pero Pablo se explaya sobre esto en los próximos versículos de 2 Corintios 5, diciéndonos el mensaje que nosotros debemos dar al mundo como embajadores de Cristo y Su Reino:

18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Tome nota sobre todo como Pablo habla de "nosotros" y "ellos”. Nosotros quienes hemos llegado a ser creyentes somos “nosotros”. Nosotros somos embajadores que damos un mensaje a "e llos", es decir, "al mundo" de incrédulos. ¿Cuál es nuestro mensaje? Es " la palabra de reconciliación ". Nosotros debemos decir al mundo que Dios “ no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados ”.

Esta declaración es tan extraña a cristianos hoy que a menudo sus mentes no logran comprender lo que Pablo está diciendo. Porque los cristianos han sido enseñados tan completamente sobre el "Dios Enfadado" quien juzga a los pecadores, ellos tienen un tiempo difícil aceptando lo que Pablo dice. Ellos hacen excusas por Pablo diciendo, " Bien, no es posible que él querría decir esto, debido a todos los otros versículos tratando con el juicio divino sobre los pecadores. Así que nosotros tenemos que tener cuidado para no sacar esto fuera del contexto con todos esos otros versículos sobre el juicio divino ".

Estoy de acuerdo que siempre debemos tomar las cosas en contexto, con tal de que nosotros no hagamos el "contexto" contradecir el pasaje presente.

Pablo dice que nosotros somos embajadores. Un embajador representa a su gobierno y es su portavoz. Como embajadores nosotros representamos a Jesucristo al mundo. Nuestro mensaje se reduce a esto: "que Dios estaba en Cristo reconciliando AL MUNDO a Él, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados".

En segundo lugar, nuestro mensaje es una apelación para ELLOS reconciliarse con Dios (vs. 20). Está claro que ellos no están reconciliados actualmente a Dios, de otro modo no habría necesidad de dar tal mensaje. Entonces, ¿cómo Dios no puede tomar en cuenta sus pecados, ya que ellos todavía no se han reconciliado a Dios? ¿No requiere la creencia en Cristo y la Cruz para evitar el juicio por los pecados de uno?

Sí, claro la requiere. Eso es hecho abundantemente claro a través de toda las Escrituras. Nosotros resolveremos este dilema al continuar.